A 40 años del atentado al Rainbow Warrior, barco insignia de Greenpeace: “No se puede hundir un arco iris y no se puede silenciar la esperanza”.

El Rainbow Warrior en 2025 se ilumina como un “faro de resistencia” en Auckland, en el 40.º aniversario del atentado original perpetrado por agentes del gobierno francés en 1985. Veinte tripulantes, personal y voluntarios de Greenpeace Aotearoa sostienen letras luminosas que forman la icónica frase “No puedes hundir un arcoíris”..

El atentado con explosivos del gobierno francés contra el barco “Guerrero Arco iris” en Auckland, Nueva Zelanda- que se llevó la vida del fotógrafo Fernando Pereira- nos recuerda que existen fuerzas en el mundo que defenderán sus intereses y su poder sin importar las consecuencias. Que no se detendrán ante nada. Cuarenta años después, esto sigue siendo cierto.

Mientras la crisis climática se agrava el costo de enfrentar sus impactos sigue aumentando, y muchos de los mecanismos que antes protegían las normas ambientales o humanitarias están siendo desmantelados o ignorados. En este contexto los ataques al activismo y a la sociedad civil se intensifican. 

Hoy a 40 años del atentado contra uno de nuestros barcos insignias recordamos que a las bombas, balas o a los daños físicos con lo que nos quieran frenar no son las únicas amenazas que enfrentamos. En los últimos meses, organizaciones ambientales y de derechos humanos como Greenpeace hemos sido objeto de discursos de odio y ataques legales que buscan paralizar nuestra capacidad de trabajar. 

Russel Norman, director ejecutivo de Greenpeace Aotearoa, habla a bordo del Rainbow Warrior. Greenpeace Aotearoa celebró una ceremonia al amanecer a bordo del Rainbow Warrior el 10 de julio de 2025 en Auckland, Nueva Zelanda, para conmemorar el 40.º aniversario del atentado con bomba contra el Rainbow Warrior original y la muerte del fotógrafo Fernando Pereira. La ceremonia, presentada por Ng?ti Wh?tua ?r?kei, contó con la asistencia de más de 150 personas..

Grandes corporaciones contaminantes y grupos que se benefician de la destrucción de la naturaleza y de incumplimientos legales están usando su poder para reducir nuestro derecho a protestar pacíficamente y silenciar la disidencia. Claro ejemplo de esto son las medidas SLAPP (Demandas Estratégicas contra la Participación Pública), las intimidaciones legales diseñadas para agotar los recursos de una organización o al menos destruir su capacidad de hacer campañas.

Los últimos 40 años nos han enseñado que ellos solo ganan si nosotros nos rendimos. No lo hicimos. No lo haremos. Incluso después de un ataque tan grave como el sufrido por el barco Rainbow Warrior pudimos seguir resistiendo, luchando y ahora más que nunca debemos convertir la esperanza en acción y, al hacerlo, generar la valentía para resistir.

¿Qué pasó la noche del bombardeo al Rainbow Warrior?

El Rainbow Warrior en el puerto de Auckland, Nueva Zelanda, después del bombardeo producido por agentes del servicio secreto francés.

En 1985, el barco Rainbow Warrior acababa de regresar de evacuar la isla de Rongelap, contaminada por la radiación, y se encontraba cargando combustible y realizando tareas de mantenimiento antes de una protesta planificada contra las armas nucleares francesas en el atolón de Mururoa.

La tripulación del Rainbow Warrior llevó a adultos, niños y 100 toneladas de materiales de construcción hacia la isla de Mejato, desde Rongelap.

Esa misma noche, la tripulación y los activistas habían estado celebrando un cumpleaños. La mayoría ya dormía cuando dos hombres se sumergieron en el agua y colocaron dos explosivos en el barco. El primero dio en la cubierta, dejando un gran agujero. Por lo cual, enseguida se procedió a la evacuación de la tripulación que estaba a bordo. 

Un enorme agujero en el costado del Rainbow Warrior tras el bombardeo de agentes del servicio secreto francés. © Keith Scott / Truth / Greenpeace

Tras este primer ataque, algunos integrantes volvieron para constatar los daños ocasionados. Entre ellos se encontraba el fotógrafo Fernando Pereira, quien había vuelto para buscar su equipo profesional.  Fue entonces que la segunda bomba impactó y provocó el hundimiento del barco. Fueron 4 minutos los que tardó en desaparecer bajo el agua. Pereira no pudo escapar y murió ahogado. Era padre de dos niños y recién había cumplido 35 años. 

El fotógrafo Fernando Pereira (derecha) y Bonemej Namwe, isleño de Rongelap. Nacida en Kwajalein, Namwe, de 62 años, vivió la mayor parte de su vida en Rongelap. El Rainbow Warrior I se encontraba en Rongelap para ayudar en la evacuación de los isleños a Mejatto. (Eyes of Fire: p49)

Al conocerse los hechos, el gobierno francés declaró no estar involucrado pero esta versión no se logró sostener. Muy pronto, el Primer Ministro admitió que la orden de concretar la operación había salido del mismo gobierno. Con ese atentado no sólo intentaban hundir un barco, sino un movimiento, atacar el activismo y silenciar la voz de la esperanza. Pero fracasaron.

Sunken Rainbow Warrior in New Zealand. © Gil Hanly / Greenpeace
Un grupo de oficiales observa el Rainbow Warrior, parcialmente hundido, durante las operaciones de rescate tras el bombardeo. © Gil Hanly / Greenpeace

En los meses siguientes, el mundo se indignó ante el terrorismo de Estado contra los manifestantes pacíficos. La historia del bombardeo, así como las pruebas nucleares y sus consecuencias, recibió una condena mundial. Personas de todo el mundo escucharon la historia de la tripulación a bordo del barco y su convicción de que la esperanza no es un estado mental pasivo ni simple, sino la decisión de actuar.

Un par de años después, en 1987, una corte internacional ordenó a Francia pagar a Greenpeace 8.1 millones de dólares estadounidenses en compensación por los daños causados de manera deliberada al bombardear el Rainbow Warrior.

En cuanto a los responsables del ataque, a la mayoría se les perdió el rastro. Sólo dos agentes fueron llevados a juicio. Dominique Prieur y Alain Mafart fueron sentenciados a 10 y 7 años de prisión en la base militar francesa en Polinesia. Sin embargo, a los dos años fueron liberados. 

Después del bombardeo, Greenpeace reemplazó al Rainbow Warrior con una nueva embarcación que lleva el mismo nombre (y que se financió usando el dinero que el gobierno francés tuvo que pagar como compensación.)  Durante más de 20 años el Rainbow Warrior II continuó la tradición de su predecesor navegando los mares del mundo en defensa de la naturaleza. Hoy el barco es un velero (Rainbow Warrior III) que nació en el año 2011  y sigue en actividad.

La esperanza es el martillo que rompe el cristal en tiempos de emergencia.

El Rainbow Warrior III recibe la escolta de delfines mientras navega en el estrecho de Cook en Nueva Zelanda. © Nigel Marple / Greenpeace

En lugar de ceder ante la violencia, Greenpeace y el movimiento ambiental redobló sus esfuerzos y continuamos las campañas contra las pruebas nucleares. Y en 1996, ganamos. Aunque no abandonamos nuestro trabajo. En los últimos meses, realizamos una gira por las Islas Marshall para documentar el legado persistente de las pruebas nucleares. Generaciones de habitantes de las islas aún viven con los impactos en la salud, la contaminación radiactiva de sus tierras y aguas, y el desplazamiento forzado de sus hogares. La sombra de la guerra nuclear, en lugar de alejarse, vuelve a crecer.

Dive on Rainbow Warrior Wreck in Matauri Bay, New Zealand. © Josh Chapman / Greenpeace
Dos buzos de Greenpeace visitan los restos del Rainbow Warrior original, que descansa en la bahía de Matauri, Northland, Nueva Zelanda. Llevan un cartel que dice «No seremos silenciados», en referencia al fallido intento de frenar a Greenpeace con bombas en 1985, y al intento actual de la industria petrolera de silenciarnos con una demanda de 600 millones de dólares. © Josh Chapman / Greenpeace

Hoy, al conmemorar el 40.º aniversario del ataque y la agresión al activismo, las fuerzas que llevaron al Rainbow Warrior al puerto de Auckland siguen dolorosamente presentes.

Desde Greenpeace Chile como organización independiente —económica y políticamente—, rechazamos cualquier intento de intimidación contra la libertad de expresión y la protesta pacífica. Seguiremos defendiendo el derecho de personas, comunidades y activistas a alzar la voz en defensa del medioambiente. Porque de ello depende el futuro, no sólo de cientos de especies, sino que de nosotros mismos. No vamos a retroceder.

Go to Source
Author: Lau Colombo

El poder de las personas movilizadas logró una decisión histórica. ¡Vivir en un ambiente con un clima sano es un derecho humano individual!

Por primera vez en la historia la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reconoció la existencia de un derecho humano a un clima sano, derivado del derecho a un ambiente sano, y se refirió al deber de los Estados de actuar contra las causas del cambio climático, mitigar las emisiones, determinar el impacto climático de actividades y avanzar progresivamente hacia el desarrollo sostenible. Celebramos esta victoria que es el resultado del arduo trabajo y el liderazgo de las comunidades y pueblos indígenas más vulnerables.

Sequías, inundaciones, incendios, deslizamientos y emergencia alimentaria. Con la crisis climática y las desigualdades sociales golpeando con más fuerza, menos de la mitad de las personas que viven en las ciudades se sienten seguras frente a fenómenos meteorológicos extremos, lo que afecta de forma desproporcionada a comunidades que han sido históricamente marginalizadas y, paradójicamente, han tenido una baja o nula contribución a la crisis climática global

Durante años, muchos líderes han postergado las acciones necesarias para hacer frente a la crisis climática, permitiendo que las causas del problema, como la contaminación de grandes industrias (petroleras y agroindustriales), se profundicen. Mientras tanto, el costo de mitigar y adaptarse a los impactos del cambio climático sigue aumentando, afectando cada vez más a nuestras comunidades, hogares y medios de vida.

En este escenario un grupo de personas valientes, afectadas por la crisis climática alzaron la voz, por sus comunidades y por todos nosotros, ante tribunales de todo el mundo. Por ello, desde Greenpeace celebramos las iniciativas que supieron decir BASTA y pusieron límites, derechos y responsabilidades frente a la crisis climática que afecta especialmente a América Latina y el sur global. ¡Y lograron resultados!

Como respuesta a una solicitud presentada por los gobiernos de Chile y Colombia a la Corte Interamericana de Derechos Humanos -el máximo tribunal de derechos humanos de las Américas- reconoció que la emergencia climática no es sólo una crisis ambiental, sino una amenaza directa a los derechos humanos en América Latina y el Caribe. 

La decisión además se convirtió en el proceso más participativo en la historia de la corte, con 265 observaciones escritas y más de 150 intervenciones orales, organizaciones internacionales, pueblos indígenas y actores de la sociedad civil presentaron argumentos orales y escritos, incluyendo a Greenpeace Internacional y Andino. Estos testimonios enriquecieron el proceso y garantizaron que el derecho internacional se construyera desde los territorios, no sólo desde los escritorios del poder.

Un camino hacia la justicia climática, ambiental y social

En enero del año 2023 la República de Colombia y la República de Chile presentaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos una solicitud de opinión consultiva para “aclarar el alcance de las obligaciones estatales, en su dimensión individual y colectiva, para responder a la emergencia climática en el marco del derecho internacional de los derechos humanos”. Se sostuvo que era clave prestar especial atención a los impactos diferenciados que sufren personas de diversas regiones y poblaciones, tanto como la naturaleza y en la supervivencia humana. 

En el pedido ambos países subrayaban que la emergencia climática representa una amenaza directa para la vida, la seguridad alimentaria, el acceso al agua y otros derechos esenciales. De acuerdo con informes del IPCC, el calentamiento global podría alcanzar los 1,5 °C entre 2030 y 2052, lo cual representa un riesgo crítico de daños irreversibles. Entre las consecuencias destacadas están el aumento de la migración climática, la pérdida de biodiversidad, la inseguridad alimentaria y las crecientes desigualdades sociales y económicas.

En la solicitud se destacaba cómo las regiones andina y amazónica, en particular, enfrentan un riesgo elevado frente a la crisis climática. 

Uno de los aspectos más importantes planteados en la solicitud fue la necesidad de adoptar un enfoque interseccional, intergeneracional y de derechos humanos, que reconociera la vulnerabilidad diferenciada de ciertos grupos, como niños, pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, mujeres y personas con discapacidad, entre otros. Según datos citados, el 80% de las personas desplazadas actualmente por fenómenos climáticos son mujeres y niñas.

Antecedentes en la judicialización de la crisis climática en clave de derechos humanos.

En 2017, la Corte IDH ya había reconocido el derecho a un medio ambiente sano como derecho autónomo. Sin embargo, se consideraba necesario precisar aún más el alcance de las obligaciones estatales, tanto a nivel nacional como internacional, para afrontar las causas y consecuencias del cambio climático, incluyendo las responsabilidades de actores no estatales y de entidades subnacionales.

En este contexto, la solicitud de Chile y Colombia destacó la importancia de establecer estándares interamericanos que orientaran la respuesta climática regional. Esto debía incluir medidas de mitigación, adaptación, restauración y cooperación internacional, considerando criterios de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Este principio reconoce que, si bien todos los países deben actuar, no todos han contribuido por igual al calentamiento global ni tienen la misma capacidad para enfrentarlo.

Finalmente, el documento resaltó que ya existían precedentes internacionales —como los litigios en curso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y los pronunciamientos del Comité de Derechos Humanos de la ONU— que evidencian una tendencia global hacia la judicialización del cambio climático.

Una garantía para los derechos de las generaciones presentes y futuras.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos pudo aprovechar esta oportunidad histórica para establecer estándares sólidos para la protección de las personas en toda la región. Pudo actuar en favor de las personas más vulnerables a la emergencia climática, aclarando las obligaciones en materia de derechos humanos que estos gobiernos asumieron en la región de las Américas. Pudo ejercer presión moral y legal sobre nuestros líderes para que tomen medidas climáticas adecuadas, basadas en la ciencia establecida, para regular a los contaminadores climáticos y defender los derechos humanos.

Puso así de forma inequívoca los derechos de las personas y de la naturaleza, tanto de esta como de las futuras generaciones, por encima de los intereses de los intereses económicos que han contribuido a la crisis.

Ahora que el tribunal cumplió con su parte todos tenemos un papel que desempeñar, apoyando a las comunidades que dieron esos primeros pasos importantes en los tribunales y exigiendo responsabilidades a nuestros líderes. Deben cumplir con su deber para con todos nosotros, actuando ahora para garantizar la justicia climática para las personas afectadas y un futuro seguro y medios de vida sostenibles para todos.

Go to Source
Author: Meri Castro

Greenpeace celebra decisión histórica: la Corte Interamericana reconoce el derecho a un clima sano como derecho individual.

La comunidad de El Bosque, la primera en ser reconocida oficialmente por las autoridades como desplazada climática, es uno de los grupos que exigieron justicia climática ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en las audiencias celebradas en Manaos, Brasil, 2024

03 de julio de 2025 — Greenpeace celebra la decisión emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) -el máximo tribunal de derechos humanos de las Américas- que estableció que los gobiernos deben actuar sin demora para garantizar un clima estable y un ambiente sano, dejando en claro que la protección de los derechos humanos frente al cambio climático es una obligación prioritaria e ineludible para los Estados.

La Corte dejó en firme que las empresas también tienen obligaciones en relación con el cambio climático y sus impactos sobre los derechos humanos, poniendo así de forma inequívoca los derechos de las personas y de la naturaleza, tanto de esta como de las futuras generaciones, por encima de los intereses económicos que han contribuído a la crisis climática.

Se trata de un pronunciamiento histórico, resultado de la solicitud presentada por Colombia y Chile en 2023, que marca un precedente en la región al establecer directrices claras sobre las obligaciones de los Estados frente a la crisis climática y su impacto en la vida, salud, agua, alimentación, vivienda, cultura y otros derechos humanos. Esta decisión se fundamenta en evidencia científica clara que demuestra que las actividades humanas, especialmente el uso de combustibles fósiles y la deforestación, están generando impactos que vulneran derechos fundamentales.

“El mensaje es claro: los Estados tienen una obligación legal de proteger nuestro futuro. Desde Greenpeace consideramos esta decisión, sin precedentes, como una herramienta poderosa para elevar el estándar de responsabilidad de los Estados y empresas y fortalecer la acción climática con un enfoque de justicia y derechos. La corte lo fue clara: se acabó la inacción, es momento de políticas públicas concretas, ambiciosas y con enfoque de derechos humanos”, señaló Laura Caicedo, coordinadora de Campañas en Greenpeace Andino.

Uno de los aportes más relevantes de este proceso ha sido el rol central de la sociedad civil.  Con 265 observaciones escritas y más de 150 intervenciones orales, esta Opinión Consultiva ha sido la más participativa en la historia del Tribunal. Organizaciones, movimientos sociales y comunidades directamente afectadas presentaron argumentos legales, científicos y testimoniales que han enriquecido el proceso y garantizado que el derecho internacional se construya desde los territorios, no sólo desde los escritorios del poder.

Esta decisión representa un paso sin precedentes, la Corte también reconoció el derecho de la naturaleza y los ecosistemas a mantener sus procesos ecológicos esenciales, un avance clave para América Latina y el Caribe, una de las regiones más biodiversas del planeta. Será fundamental para enfrentar la triple crisis planetaria y avanzar hacia un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible, que respete los límites planetarios y garantice los derechos de las generaciones presentes y futuras.

“Dejen de perforar, empiecen a pagar”. Proyección de Greenpeace en el Photo Booth en el Centro de la Sociedad Civil durante la COP29 con retratos (aquí Ferdinand Omondi) e imágenes de los impactos del clima para enviar un mensaje a los delegados de los países de que el momento de actuar es ahora.

Así mismo, esta decisión está alineada con los principios de la Declaración de Manaos, reforzando la protección de ecosistemas clave como la Amazonía, glaciares y océanos; garantizar los derechos de los pueblos indígenas; y priorizar soluciones basadas en justicia climática y social. Además, los gobiernos deben garantizar no solo el derecho a un ambiente sano, sino también el acceso real a la justicia, la información y mecanismos de reparación cuando las comunidades sufren daños climáticos.

El pronunciamiento marca un punto de inflexión al reconocer el vínculo entre la crisis climática y  los derechos humanos. Se trata de una herramienta poderosa para fortalecer el litigio climático, orientar la política pública y servir de guía tanto para los Estados como para la ciudadanía. Además, ofrece una oportunidad para aclarar y reforzar las obligaciones ya existentes en materia de derechos humanos frente al cambio climático, y establece una base sólida para elevar los estándares de responsabilidad de los Estados y las empresas ante las violaciones derivadas de esta crisis.

Para Roxana Núñez, abogada y encargada de incidencia en Greenpeace Andino, desde América Latina, esta decisión cobra una relevancia aún mayor: “Las Opiniones Consultivas de la Corte IDH desempeñan un papel fundamental en la interpretación y definición del alcance de las obligaciones jurídicas de los Estados de la región en el marco del derecho internacional de los derechos humanos, puesto que no sólo contribuyen al desarrollo normativo regional, sino que también pueden impulsar mayor ambición en las políticas públicas e influir en otros tribunales a nivel global”, asegura la abogada.

Asimismo, esta decisión es especialmente significativa para América Latina y el Caribe, ya que reconoce los impactos diferenciados que el cambio climático está generando en la región. “Se pone en relieve la especial vulnerabilidad de muchas comunidades, determinada por factores como la ubicación geográfica, el clima, las condiciones socioeconómicas, el género, la edad y la raza. Reconocer estas desigualdades es esencial para avanzar hacia una justicia climática efectiva y con enfoque de derechos humanos”, puntualizó, por su parte, Laura Caicedo

**********

Go to Source
Author: Prensa Chile

Día sin Bolsas de Plástico: menos plástico, más futuro 

Cada 3 de julio llega el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico. Esta es una fecha necesaria porque nos recuerda que estos elementos descartables que pasan por nuestras manos a diario no son inofensivos. La velocidad en la que se producen, consumen y descartan tiene una huella ambiental enorme y, para colmo, es responsable de generar cantidades exorbitantes de basura que ahoga a nuestro planeta.

Una mujer con bolsas de plástico como adorno para el cabello para visualizar la patética dependencia del plástico en la vida diaria de las personas.
Una mujer con bolsas de plástico como adorno para el cabello para visualizar la patética dependencia del plástico en la vida diaria de las personas.

El Día Internacional se da dentro de una propuesta más grande que es el mes de Julio sin plástico, una iniciativa que invita a todas las personas alrededor del mundo a reducir el consumo de productos plásticos de un solo uso. 

En definitiva, ambos eventos ponen sobre la mesa un hecho indiscutible: el plástico no es biodegradable sino todo lo contrario, puede tardar cientos de años en descomponerse, por lo que, cuando se desecha, se acumula en el medio ambiente hasta alcanzar un punto crítico. 

Entonces, como explican desde la ONU, la contaminación que genera termina por asfixiar a la fauna marina, deteriorar el suelo, envenenar las aguas subterráneas y causar graves consecuencias para la salud humana.

Además, la producción de plástico es uno de los procesos de fabricación más intensivos en energía del mundo. Este material se fabrica a partir de combustibles fósiles, como el petróleo crudo, que se transforman mediante calor y diversos aditivos en un polímero. 

Nadie puede negar la practicidad que significó la llegada del plástico a la vida cotidiana. Sin embargo, muy pronto, nuestra cultura se volvió adicta a los objetos de un solo uso, que este material permite crear a muy bajo costo y comenzamos a habitar en un mundo de desechables y descartables. 

Tanto es así que desde la década de 1950, investigadores estiman que la humanidad ha producido unos 9.200 millones de toneladas de plástico, de las cuales alrededor de 7.000 millones de toneladas se han convertido en residuos.

Es por esto que un simple cambio de hábitos puede marcar una diferencia. Así que hoy recordemos por qué reducir el uso de bolsas plásticas y optar por versiones reutilizables es la mejor manera de darle un respiro a nuestro querido (y dañado) ambiente.

Reducir el uso de bolsas plásticas: menos basura, menos emisiones 

La buena noticia es que las bolsas plásticas son fáciles de reemplazar o rechazar y que, por cada una que se evita, se logra una gran victoria para todos. 

Se puede optar por alternativas reutilizables como bolsas de tela, cestas o carritos de compra. También se pueden rechazar las bolsas de plástico cuando compres productos que puedas llevar en la mano o reutilizar las bolsas que ya tienes. Además, es importante evitar los productos con embalaje de plástico y optar por alternativas a granel. 

Bolsas reutilizables de malla de algodón y frascos de vidrio.

Sistema de préstamo y reciclaje de vasos, Taiwan.

Por un lado, se utiliza menos materia prima virgen y combustibles fósiles, lo que redunda en menos daño a la naturaleza (por ejemplo, se prescinde de los combustibles fósiles que son usados para la fabricación de objetos de un solo uso en casi la totalidad de los casos). 

Al mismo tiempo, ayudamos a que baje el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero asociado con su producción. 

Por otro lado, reducimos la generación de basura y también de microplásticos (partículas pequeñas en las que se degradan los artículos y que pueden entrar al cuerpo a través de la inhalación y la absorción, y acumularse en los órganos). 

El mundo está despertando al problema, y los gobiernos, la industria y otras partes interesadas están comenzando a actuar. Continuamos exigiendo un mundo sin contaminación plástica ??

Go to Source
Author: Meri Castro

De la preocupación a la participación: activismo para sanar la ecoansiedad

El conceptoecoansiedad” viene circulando desde hace ya varios años. Se refiere a la preocupación intensa por la crisis climática y sus consecuencias y puede manifestarse con miedo, angustia y desesperanza por el futuro.

© Yuri A/Shutterstock.

El término se popularizó en 2017 a través del informe Salud mental de la Asociación Americana de Psicología (APA). Tiempo después, en 2021, se empezó a investigar hasta qué punto la crisis climática afecta la salud mental de las personas. Fue entonces que un estudio publicado en la revista médica The Lancet encontró que más de la mitad de diez mil encuestados, todos jóvenes de entre 16 y 25 años y de diez países diferentes, experimentaron emociones negativas como ansiedad e impotencia ante el cambio climático

Quienes se ven afectados por estos sentimientos agobiantes pueden ser tanto hombres como mujeres, sin importar edades ni clases sociales. “Desde aquellos que ven desaparecer ríos o selvas en sus comunidades, hasta quienes no pueden hacer deporte por el calor. Afecta también a quienes están más expuestos a las noticias sobre el cambio climático”, describen desde El Hilo Podcast.  

© Yuri A/Shutterstock.

Al día de hoy, aunque la ecoansiedad no es reconocida formalmente como una afección médica, los casos de personas que  la sufren a diario siguen demostrando que ya es parte de la realidad. 

Una nota publicada recientemente en Dialogue Earth recoge 4 casos de mujeres mexicanas quienes, viviendo en regiones separadas y teniendo estilos de vida distintos, comparten la misma angustia y malestar emocional motivada por cómo la crisis climática las afecta en su vida cotidiana. A través de las historias (de una periodista; dos sobrevivientes al huracán Otis y de una joven estudiante indígena que tuvo que mudarse a una gran ciudad), queda claro que convivir con esta mezcla de agitación, inquietud y zozobra es una sobrecarga muy pesada de llevar. 

Esta preocupación es tan patente que incluso incide en las decisiones futuras. Por ejemplo, el mismo informe de The Lancet marca que en Chile, 7 de cada 10 jóvenes dudan de tener hijos por la crisis climática mientras en Brasil la incertidumbre es mayor y son 5 de cada 10 quienes no están seguros de formar familia. 

Lo cierto es que estos ejemplos permiten visibilizar lo que seguramente muchas otras personas están atravesando en este momento. Para todas tenemos una buena noticia, hay antídotos para esta  amarga sensación: pasar a la acción y hacerlo en comunidad.

Activismo mata ecoansiedad

La magnitud de la crisis climática, de escala global, puede llevar a caer en el apocalíptico “ya es muy tarde”. Pero por lo menos a nivel mental, actuar salva sobre todo con los niños y adolescentes porque tomar acción es la mejor manera de contrarrestar el sentimiento de  impotencia que aflora cuando todo parece estar mal.

Manifestantes en la ciudad de Valparaíso, Chile, piden acción climática y energía proveniente de fuentes 100% renovables antes de las conversaciones sobre el clima en París.

Alice Poma, doctora en ciencias sociales e investigación de emociones y movimientos sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México, lo corrobora. “Uno de los resultados de las investigaciones es que el activismo es casi terapéutico en tema de emociones climáticas,” explica. “Porque, al organizarte, al participar, consigues manejar algunas de las emociones climáticas”.

4° Huelga Climática Mundial. Niño sosteniendo pancarta “Los niños necesitan futuro”.
Niño con sosteniendo pancarta "Los niños necesitan futuro"
Cafetería alimentada con energía solar.

Tener esperanza en la acción colectiva, en crear espacios de discusión, permite pensar en un futuro diferente, explica Poma. “El cariño o los vínculos afectivos que se forman en la colaboración ayudan a no tenerle tanto miedo al futuro distópico que nos imaginamos”, concluye.

Para celebrar el Día Mundial de los Océanos, voluntarios de Greenpeace se pintan de azul y crean una pancarta con forma de corazón humano en una playa de Giannella, Toscana, Italia.

Desde El Hilo Podcast coinciden “Actuar desde tus espacios, cambiar hábitos, aportar desde tu comunidad o unirte a esfuerzos colectivos desde el activismo” es clave. 

Por todo esto, te invitamos a ser parte de nuestra organización y poner en movimiento tu convicción de proteger nuestro planeta y ahuyentar la ecoansiedad.



Involúcrate

Las personas voluntarias son
el corazón de nuestra organización. 


Involúcrate

Go to Source
Author: Meri Castro