De acuerdo con estimaciones realizadas por científicos del Inach y la Universidad de Valparaíso, las poblaciones observadas de esta especie de cetáceo aumentaron de aproximadamente 700 ejemplares en 2005 a 1.800 en la última expedición en 2007.
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Se encuentra en casi todos los océanos del mundo, exceptuando la zona del Artico. Por eso los científicos afirman que es la más “cosmopolita” de las especies de ballenas. Se trata de la acrobática jorobada, cuya presencia y distribución migratoria en aguas antárticas ha sido registrada desde 1925. Hoy es estudiada en todo el planeta y, en especial, en el hemisferio sur donde más abunda.
Más de 40 años de protección mundial y prohibición de captura comercial parecen haber tenido un efecto positivo en su población, ya que a nivel global muestra signos de recuperación. Aunque esta especie todavía está lejos, advierten los científicos, de alcanzar las casi 100.000 ejemplares que habitaban los océanos del planeta antes de la explotación ballenera.Â
ABUNDANTE ALIMENTO
Ese aumento de jorobadas fue advertido por científicos del Instituto Antártico Chileno (Inach) y la Universidad de Valparaíso, al comparar los avistamiento realizados específicamente en una de las zonas de alimentación más atractivas para esta especie: la Antártica. Específicamente en las aguas que comprenden la península Antártica y las Islas Shetland del Sur.
Anelio Aguayo, experto en Cetáceos del Inach y panelista en el IV Simposio Latinoamericano sobre Investigaciones Antárticas -que finaliza hoy en Valparaíso-, explica que en las primeras expediciones realizadas en el período 1994-1995 se efectuaban en promedio avistamientos de tres ejemplares. En 2007, en cambio, esa cifra de observaciones se había duplicado pues se veían a diario entre 5 y 6 ejemplares durantes las travesías.
Esto indica, a juicio del científico, que a esta zona de la Antártica   -que atrae a las jorobadas por la gran cantidad de alimento que existe-, están llegando poblaciones cada vez más grandes de esta especie. Lo que está en sintonía con una tendencia mundial observada por científicos: “Se han detectado aumento en las poblaciones de la costa occidental y oriental de Australia, Africa del sur, Nueva Zelandia y ahora en América del Sur”, asegura Aguayo.
JOROBADAS EN ALZA
El equipo dirigido por Aguayo estima que en 2005 sólo en la zona estudiada llegaban a alimentarse entre 700 y 1.000 ejemplares. En 2007, en cambio, fácilmente la población sobrepasaba los 1.800 individuos. “Hemos visto además una gran cantidad de ballenas con crías, lo que muestra la buena salud que tiene hoy la población de jorobadas”, dice el científico. La Comisión Ballenera Internacional calcula quen en el mundo la población de jorobadas fluctúa entre los 7.100 y 41.800 ejemplares.
La población de jorobadas que llega a la Antártica no es la misma que se alimenta en el Estrecho de Magallanes o el golfo de Corcovado (Chiloé). Dichas zonas y la península Antártica conforman los hábitat conocidos en Chile que utiliza esta especie para alimentarse.
Precisamente, indican los cientìficos, en estas áreas abundan pequeños crustáceos como el krill o cardúmenes de pequeños peces que constituyen el alimento de esta especie.
CONDUCTA CETÃCEA
De los 780 avistamientos reunidos por la bióloga Daniela Cortez para obtener su tesis de grado en la Universidad de Valparaíso, 120 correspondían a madres que se encontraban acompañadas por sus crías.
“La alta biodiversidad presente en estas áreas de alimentación le permiten a las madres destetar a sus crías y enseñarles, al mismo tiempo, las técnicas necesarias para obtener alimento”, indica Anelio Aguayo.
El 73% de las observaciones correpondía a una madre con su cría y el 26% de la ballena su cría y un “escolta”.Â
Generalmente las ballenas jorobadas navegan “acompañadas”, por eso no es de extrañar que de las 599 observaciones de ballenas sin crías realizadas, el 55% de ellas corresponde a grupos de dos y el 31% de ejemplares solitarios.
El peso medio de un ejemplar de ballena jorobada es de casi 40 toneladas y los ejemplares adultos miden entre 15 y 17 metros.
Un rasgo distintivo de los machos es que son capaces de emitir complejas “canciones”, que duran entre 10 y 20 minutos y que se pueden repetir a lo largo de horas.