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Solicitud de concesiones mineras por parte de Celco para construir ducto sería ilegal

La solicitud de concesiones mineras por parte de Celulosa Arauco y Constitución (Celco), con el fin último de construir el ducto para descargar sus residuos líquidos industriales en Caleta Mehuín, tiene en máxima alerta a los habitantes de la zona y a los opositores al proyecto, quienes cuestionan fuertemente la medida.

La estrategia es conocida: pedir concesiones de explotación minera para un fin distinto a la explotación de minerales. “En principio no es legal, si bien es una práctica muy común”, advierten en el Ministerio de Minería.

Argumentan que la Constitución, en su artículo 19 Nº24, vincula el otorgamiento de las concesiones mineras con un fin de utilidad pública, que sólo se satisface con desarrollar las actividades mineras propias de la concesión. “La concesión minera obliga al dueño a desarrollar la actividad necesaria para satisfacer el interés publico que justifica su otorgamiento”, dice el cuerpo legal.

Celulosa Arauco y Constitución es una sociedad anónima cuyo rubro no es la minería. Así se desprende de la memoria 2006 de la empresa -la correspondiente a 2007 no está disponible en la página de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS)-, donde se establece que “la empresa realiza directamente actividades de producción y venta de celulosa y es la sociedad matriz de un conjunto de empresas industriales y forestales”. No se hace referencia a la actividad minera. La firma del grupo Angelini tampoco ha informado si se va a involucrar en una nueva actividad mediante un hecho esencial a la SVS.

Concesiones para futuro ducto

Pese a lo anterior, el 28 de marzo pasado, el representante de Celco, Mario Urrutia, presentó en el Juzgado de Letras de San José de Mariquina los documentos para conseguir la concesión minera para hacerse de los derechos de explotación.

Según el expediente, se trata de 5.790 hectáreas de subsuelo, tituladas como “Mariquina” del 1 al 15, que cubren toda la bahía de Mehuín, en particular la zona de Mehuín Alto, donde tienen asentamiento comunidades lafquenches opositoras al proyecto.

¿Qué hay tras esa petición? Celulosa Arauco tiene plazo hasta abril de 2009 para ingresar un Estudio de Impacto Ambiental con una alternativa de descarga para sus residuos líquidos de la planta Valdivia distinta al río Cruces, donde se produjo el desastre ecológico.

Con la reciente petición de concesiones en la zona la opción de un ducto que desemboque en la bahía de Mehuín toma cada vez mayor fuerza, pues los terrenos solicitados dibujan claramente el camino desde la planta hasta mar, por la caleta Mississippi.

Acciones legales

La edición del 10 de abril pasado del Boletín Oficial de Minería señala que la “manifestación minera” contiene 14 solicitudes de concesión, unas 600 hectáreas de terreno, por donde iría el ducto. El documento de manifestación ya fue sancionado y proveído por el titular del juzgado de Letras, Edison Lara, para su reciente publicación en el boletín de minería. A contar de entonces, Celco cuenta con un plazo de 120 días para ejecutar las mediciones técnicas, después de la cual, el tribunal queda en condiciones de pronunciarse y, de no mediar objeciones, otorgar la concesión definitiva a la Celulosa, y otorgarle derechos exclusivos sobre el subsuelo minero.

“Eso es lo que se llama un fraude a la ley”, comenta el abogado de la Fiscalía del Medio Ambiente, Fernando Dougnac. El jurista explica que para revertir la solicitud, se debe solicitar una nulidad de derecho público en el juzgado de letras correspondiente.

Las organizaciones que rechazan la construcción del ducto al mar por la bahía de Mehuín no descartaron acciones legales para salir al paso de las pretensiones de la firma. “Es una práctica habitual de las empresas para blindar las futuras obras, inscribiendo el subsuelo, para evitar que un tercero pueda hacerlo, con lo cual se impediría la construcción (del ducto). Eso se ha hecho en muchos otros megaproyectos”, señaló el abogado Hernando Silva, del Observatorio de Derechos Indígenas.

En Conama se informó que el proyecto para definir el ducto de descarga de la empresa aún no ha ingresado en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), por lo tanto, no hay conocimiento de las características de construcción que podría tener éste. Sin embargo, si éste tiene áreas subterráneas o superficiales igualmente debe ser evaluado en su totalidad por el SEIA. Celulosa Arauco declinó referirse a este tema.

Un ducto con historia

La planta Valdivia entró en operaciones en febrero de 2004 con una inversión de 1.200 millones de dólares. A fines de ese año, el vertido de sus residuos industriales líquidos en el río Cruces provocó la muerte y migración de miles de cisnes de cuello negro y el desastre ecológico en el Santuario de la Naturaleza Carlos Adwanter.

Las autoridades ambientales impusieron, entonces, una serie de restricciones a la planta para su operación: exigieron a Celco, entre otros puntos, proponer y poner en operaciones una opción alternativa de descarga para sus riles, distinta al río Cruces, en el plazo de un año. Dicha iniciativa deberá ingresar al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental en forma de Estudio de Impacto Ambiental. La Corema de la Décima Región extendió el plazo hasta abril de 2007 y en enero de ese año, lo postergó nuevamente por dos años.

En ese momento, Celco pensó en la bahía de Mehuín y encontró la resistencia de los pescadores y la comunidad. No era la primera vez. El conflicto entre las partes comenzó en 1996 cuando los trabajadores de la zona expulsaron a los expertos de la empresa que habían ocupado el sector para evaluar la posibilidad de construir un ducto submarino en la bahía. El panorama cambió en octubre de 2007: algunos lafquenches alcanzaron un acuerdo con Celco a cambio de 8,9 millones de dólares. En el otro escenario, no hay mejoría: en noviembre de 2007, el científico de la UACH Eduardo Jaramillo explicó que el santuario del río Cruces no se ha recuperado desde 2004 y que las aves herbívoras siguen disminuyendo.

Fuente: La Nación

Obtención de concesiones mineras abre vía para proyecto de ducto de Celco en Caleta Mehuín

A las 17:00 del miércoles 2 de abril, 10 botes cruzaron desde Mehuín rumbo a la caleta de Mississipi, en la Región de Los Ríos. Los cerca de 100 tripulantes de las embarcaciones tenían un objetivo claro: cortar las redes para pesca instalada en la orilla de la playa y amedrentar a los ocupantes de la pequeña oficina del Comité de Defensa del Mar.

La primera tarea la terminaron en pocos minutos, mientras un grupo de pobladores tiraba piedras desde la orilla y de un punto indeterminado se escuchaban disparos. Esto no los asustó, por lo que desembarcaron e iniciaron un ataque a piedrazos contra el recinto.

No hubo muertos, pero sí heridos. Y lo más grave, es que los casi 60 minutos que duró el enfrentamiento terminaron por quebrar aún más las fracturadas relaciones entre los habitantes de la zona, que desde el 18 de octubre del año pasado iniciaron una verdadera guerra entre vecinos.

Ese día, se hizo público un acuerdo entre Celulosa Arauco y Constitución (Celco), del grupo Angellini, y tres sindicatos de pescadores de Mehuín. Por un total de US $ 8,9 millones éstos aceptaron respaldar el estudio de impacto ambiental (EIA) que la firma intenta materializar desde 1996 para construir un ducto submarino en la bahía de Mehuín que evacue los riles de la planta de celulosa de Valdivia, que actualmente se arrojan al río Cruces. La misma que protagonizó el desastre ecológico que ocasionó la muerte y migración masiva de los cisnes de cuello negro del santuario de la naturaleza Carlos Anwandter.

De esta forma, la férrea oposición que por casi 12 años los pescadores de Mehuín habían presentado a la instalación del ducto se dividió, y ahora existen dos categorías de pobladores: los “vendidos” y los “opositores”, que en su mayoría son comunidades lafquenches de los alrededores.

El interés de Celco por construir el ducto en cuestión, es simple: tras el desastre con los cisnes, la Comisión Regional del Medio Ambiente (Corema) ordenó a la compañía terminar con la descarga de riles en el río valdiviano, por lo que debían encontrar otro sitio. Y en la mira estaba el mar frente a Mehuín.

Concesiones mineras a la medida

El mismo día del “ataque” a la caleta de Mississipi, una nueva apuesta del grupo Angellini para asegurarse el ducto al mar tenía luz verde.

El 28 de marzo, Celco presentó una solicitud para concesiones mineras denominadas “Mariquina”, que incluye una franja de pedimentos mineros desde la planta de celulosa desde San José de la Mariquina a la costa valdiviana. O sea, cubre toda la ruta del ducto, hasta la bahía donde pretenden descargar los riles. En total, la zona cubre unos 70 kilómetros de largo, e incluso una de las peticiones incluye todo el pueblo de Mehuín.

Un pedimento minero es una solicitud al Estado para explorar la posibilidad de extraer minerales desde cualquier lugar del territorio nacional, no importando que ese terreno pertenezca a otra persona, institución u oficina fiscal. El Estado otorga esta especie de concesión por dos años, con lo cual la persona beneficiada asegura la intervención de ese lugar, además de proteger a esa zona para que no sea solicitada por otros individuos, ni para que ese terreno sea usado para otra actividad económica.

Con esto se abren las puertas para que Celco pueda finalmente desarrollar su controvertido proyecto de ducto submarino y descargar sus riles en Caleta Mehuín.
La solicitud salió a la luz porque casualmente a alguien se le ocurrió revisar el boletín oficial de minería publicado el 10 de abril. En vista de esto, lugareños y organismos de derechos humanos están barajando la posibilidad de presentar un recurso de protección para oponerse a la solicitud.

Far west

La otra fórmula elegida por Celco, ha redundado en que el quiebre entre los pobladores ha ido in crescendo y ha transformado la zona en una suerte de “far west”.

Los ataques, amenazas de muerte y secuestros son pan de cada día. Al igual que los encontrones entre parientes, ya que en uno y otro bando hay familiares que actualmente se han transformado en enemigos.

Boris Hualme, actual vocero del Comité de Defensa del Mar y werkén lafquenche, explica que son unos 250 los favorecidos “con la plata de Celco”, y que de esos alrededor de 60 forman parte del “brazo armado” que los hostiga constantemente para que dejen de ser “opositores”.

La situación se ha hecho tan insostenible, que el anterior vocero, Eliab Viguera, tuvo que dejar el cargo por una serie de acciones de amedrentamiento en su contra.

En este escenario, el codirector del Observatorio de los Pueblos Indígenas, José Aylwin –hijo del ex presidente Patricio Aylwin – junto a la dirigente mapuche Claudia Inglés, presentaron un recurso de amparo ante la Corte de Apelaciones de Valdivia.

El objetivo, es proteger a 51 adultos y 20 menores de distintas localidades afectadas por los hechos de violencia protagonizados por pescadores vinculados a Celco. Para las autoridades regionales, la “guerra del ducto” responde a un asunto “entre privados”, por lo que no les competería tomar cartas en el asunto.

Se suman los “vendidos”

El 12 de abril hubo una reunión entre el lonko de Maiquillahue Agustín Ñancuán y varias comunidades “opositoras”, donde el tema central fue el conflicto con Celco. En el encuentro, Ñancuán explicó que el intendente Iván Flores le había encargado especialmente terminar con el conflicto, y dejó entrever que la vía era negociar con la empresa.

“Si usted me dice vamos a negociar, yo de buenas a primeras voy a decir que no…porque no somos baratos. Joaquín Vargas valía 3 millones. Nosotros no valemos 3 millones, valemos más”, aseguró el lonko a su audiencia, aludiendo al presidente del Sindicato Número 3 de Pescadores Independientes de Mehuin, otrora férreo opositor al ducto y que finalmente firmó el acuerdo con Celco. Pero los presentes no se tomaron para nada bien sus palabras.

Tan mal cayó la nueva postura “negociadora” del líder, que incluso recibió amenazas de muerte. Y aunque niega cualquier insinuación favorable a “venderse”, sus dichos quedaron grabados por uno de los vecinos que colgó el video en el sitio YouTube. Incluso desmiente que Flores le haya encargado terminar con los enfrentamientos, asegurando que la única fórmula es “sentarse a la mesa a dialogar”. Y recalca que “no puedo opinar hasta saber si Celco contamina o no”.

Para muchos, el lonko se transformó en un nuevo “vendido” a la compañía.

Fuente: www.elmostrador.cl