El 95% de los chilenos se manifiesta inquieto por los efectos del fenómeno, pero estudio demuestra que tienen escasa voluntad de mitigar esta incertidumbre.
La conducta de los chilenos para enfrentar el cambio climático nos deja, una vez más, como el padre Gatica. Así lo demuestra la última encuesta de la consultora Accenture, que sondeó las actitudes y acciones de los chilenos frente al calentamiento global. Aunque el 95% de los encuestados se muestra preocupado por el fenómeno y asegura estar dispuesto a actuar para reducir sus efectos, pocos han llevado a cabo acciones de mitigación en el último año.
El 97% de los consumidores afirma estar dispuestos a cambiar de proveedor de energía si el servicio ofreciera reducir las emisiones de carbón, pero sólo entre un 13% y 16% se cambió en el último año. En tanto, un 26%, en promedio, está considerando cambiarse y un 60% ni considera hacerlo.
El director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (ALCA), Lucio Cuenca, asegura que tanto el Gobierno como las empresas, entran en constantes contradicciones, el primero, al no crear políticas públicas que incentiven el uso de energías renovables, y fomentando el mayor uso de energía, en el caso empresarial. “Se producen contradicciones, por ejemplo, la empresa Chilectra pone en venta una serie de productos de alto consumo eléctrico, los que se pueden comprar a crédito y pagar junto a la cuenta de la luz. Eso es una señal muy poderosa para la gente”, asegura.
Luis Mariano Rendón, representante de la ONG Acción Ecológica, asegura que la arbitrariedad pasa por un asunto de comodidad, aunque es optimista y destaca los cambios que se estarían produciendo en el país. “El problema está también en las autoridades que no fomentan una cultura para enfrentarse al cambio climático y tienen conductas dañinas. Vemos poco esfuerzo y, fundamentalmente, conductas opuestas, como lo que ocurrió con el Rally Dakar, donde la Presidenta aparece apoyando la iniciativa y al otro día se muestra preocupada por la cantidad de emisiones que produce el país”, afirma el ecologista.
Según los ambientalistas, el consumidor tiende a imitar las acciones si nota que a nivel institucional existe esfuerzo. “El Gobierno debe incentivar ciertos patrones de consumo, porque hoy hay una gran desinformación, no se entregan los campos en que el consumidor puede actuar en forma individual o colectiva, no hay políticas públicas que regulen las grandes actividades industriales, el consumidor ve que las grandes empresas derrochan energía en el norte y piensa ‘¿qué nos piden a nosotros?’”, indica Cuenca.
En todo caso, frente a la actitud de los ciudadanos de países desarrollados, no quedamos tan mal. El sondeo global constata que del 89% que en la encuesta anterior había asegurado estar listo para cambiarse a un proveedor menos contaminante, sólo un 10% -en promedio- lo hizo.
Tal vez el chileno intuye, pese a la desinforamcion institucionalizada, que el calentamiento global puede ser un tema preocupante, pero también que en nada depende de las emisiones del gas que representa el 0,03% de la atmosfera y que representa un 5% del efecto invernadero en la misma atomósfera (el 95% restante es el vapor de agua): el injustamente desprestigiado CO 2.
A lo mejor, los chilenos son capaces de intuir que el calentamiento global depende de la actividad solar, la que en nada depende de la actividasd humana.