Dan a conocer historial del ex presidente Ricardo Lagos en el caso Celco de Valdivia, luego del nombramiento como enviado especial de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
Lagos respondió a los cuestionamientos sobre sus méritos para ocupar el cargo internacional en el que fue nombrado por las Naciones Unidas, declarando que la gestión ambiental de su gobierno marcó un “antes y un después” a partir del cierre de Celco en Valdivia. Los hechos son muy distintos y hablan por sí solos.
El cierre de Celco-Valdivia, decretado en enero del 2005 por la Corema Décima Región, se debió a gravísimos incumplimientos de la resolución ambiental. Entre ellos, sobreproducción (en hasta un 80% de los niveles diarios autorizados), descarga de residuos no tratados (registradas en los monitoreos realizados por Celco) y la construcción de un ducto no autorizado, entre las más graves.
Estas irregularidades constaban en un informe que Conama conocía desde agosto del 2005 pero sólo se hicieron públicas a través de la filtración que hicieron los ciudadanos. Las autoridades no tuvieron más opción que reconocer las denuncias aunque se demostraba que la fiscalización había sido casi nula. Tanto, que el análisis de los monitoreos que Celco debía entregar mensualmente a Conama recién se conoció 1 año después de iniciada la operación de la planta.
Fue Acción por los Cisnes que, datos en mano, le demostró al Intendente Vives -el mismo que tomó agua de la mancha con metales pesados- que Celco estaba sobreproduciendo. Corema Décima Región no pudo sino decretar el cierre temporal. El mismo dato llevó a la Corte de Apelaciones de Valdivia a acoger por unanimidad el recurso que ordenaba un nuevo estudio de impacto ambiental de la planta. Pero la industria fue reabierta un mes más tarde por la Corema Décima Región sin un solo cambio en el proceso de producción o la tecnología ambiental. Los niveles de contaminación en el Santuario aumentaron tras la reapertura, como consta en los monitoreos realizados por la empresa.
La verdadera motivación de Lagos para respaldar el cierre temporal de Celco-Valdivia fue darle piso político a la negociación que su Ministro Dockendorff realizaba en esa fecha ante la OCDE con el fin de suavizar las críticas de dicho organismo sobre la gestión ambiental del gobierno de Chile. Aún así, el informe de la OCDE fue lapidario, reflejando en su real magnitud la brecha ambiental del país.
Pero la mayor inconsistencia de Lagos ocurrió en mayo del 2005, cuando ya se conocía el informe de la Universidad Austral que concluyó que las descargas de Celco bastaban para explicar el desastre, y que además demostró que Celco había estado descargando enormes volúmenes de 4 compuestos (Sulfatos, Aluminio, Cloruro y Manganeso) no evaluados ambientalmente ni autorizados para ser vertidos. La Conama conocía estos datos por mediciones de diciembre del 2004 de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (que detectaron 470 kilos diarios de Aluminio y 59 toneladas diarias de Sulfatos en la descarga de Celco) pero no los entregó al equipo de la Universidad Austral que
ella misma contrató. Una vez más los datos se filtraron.
Los organismos técnicos competentes reunidos en Valdivia el 18 de mayo de 2005 acordaron, según consta en acta, que la planta de Celco debía detener de inmediato la descarga de los compuestos no autorizados. Ello significaba que tenía que dejar de operar hasta no someterse a una nueva evaluación ambiental. El encargado nacional del SEIA, Raúl Arteaga, le aseguró a Acción por los Cisnes que cualquier solución pasaría por un nuevo estudio de impacto ambiental.
La Corema Décima Región se reunió el 25 de mayo de 2005 para emitir su resolución. Pero una llamada de La Moneda le ordenó no detener nuevamente la planta de Celco. El resultado fue la resolución del 10 de junio del 2005 que autorizó a Celco a continuar descargando hasta hoy los compuestos no evaluados que diversos estudios han vinculado causalmente con el desastre. Es decir, por orden directa de Lagos la planta de Celco-Valdivia cuenta con un permiso ambiental ilegal, entregado al margen del SEIA.
A fines de julio de 2005 representantes del movimiento valdiviano le pidieron personalmente explicaciones a Lagos por estos hechos. El ex mandatario guardó silencio. Más aún, al recibir una copia del recurso ciudadano interpuesto ante el Consejo de Ministros de Conama para impugnar el permiso ilegal dado a Celco, Lagos advirtió que no aceptaría más acciones administrativas. El recurso, cumpliendo las formalidades, fue declarado inadmisible por Conama. Hasta la fecha ninguna autoridad ha respondido los argumentos sobre la ilegalidad del permiso entregado a Celco.
La planta de Celco sigue funcionando hoy tal cual lo hacía cuando el desastre se conoció públicamente en octubre de 2004. El Santuario sigue sin señales de recuperación. Y nadie ha respondido las interrogantes sobre riesgos de contaminación de aguas, cultivos o alimentos. Todo gracias a la intervención de Lagos, que paralizó los tímidos avances que los funcionarios públicos habían comenzado a hacer para asumir los impactos de la planta de Celco. Después del telefonazo de La Moneda que los obligó a revertir sus opiniones técnicas estos funcionarios se atrincheraron en un solipsimo que fue la única forma para tolerar la ruptura moral de verse obligados a hacer lo contrario a lo que dice la ley, recomienda la ciencia y señala la ética.
Lagos equivocó el ejemplo para demostrar que su gobierno realizó una gestión ambiental meritoria. Si el ejemplo de Celco Valdivia era el mejor que podía mostrar, más vale ni preguntarse cómo serán entonces los malos.
Escrito por:
Claudia Sepúlveda Luque
Socióloga, Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente
Fuente: www.valdivianoticias.cl
Deja un comentario