Investigadores españoles descubren compuesto organoforados procedentes del plásticos en los cerebros de todos los delfines analizados.
Los plásticos incorporan una serie de aditivos en su composición que son dañinos para la salud. Dos de estos compuestos son los organofosforados tributilfosfato y triisopropilfenilfosfato que se utilizan como retardantes de llama (para evitar que el plástico arda y prevenir incendios). Este par de agentes tóxicos se ha encontrado en los cerebros de todos los delfines del Mar de Alborán analizados por un equipo científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, liderado por la bióloga barcelonesa Ethel Eljarrat.
El hallazgo de los investigadores es la punta de un iceberg. Los dos compuestos organofosforados están acompañados de una decena de agentes tóxicos que se acumulan en la grasa de los animales y están afectados todos los delfines del mundo. Es la consecuencia del vertido incontrolado de plásticos en el mar, que supera las 13 millones de toneladas al año, según estimaciones de Jenna Jambeck, profesora de ingeniería de la Universidad de Georgia.
Una amenaza más sobre los delfines y la vida marina
Los delfines que sobreviven a la sobrepesca y a los efectos del cambio climático sobre los ecosistemas marinos se comen los plásticos, y los aditivos que contienen se acumulan en su grasa, en sus músculos, en el hígado, traspasan la barrera hematoencefálica y llegan al cerebro, donde se han detectado concentraciones de hasta 25 microgramos por gramo de grasa. Se sabe que el tributilfosfato y triisopropilfenilfosfato provocan daños en las neuronas de los mamíferos. Los análisis se han realizado en los animales que se encuentran muertos.
El mar Mediterráneo se halla entre los más contaminados con plásticos del mundo. Y el mar de Alborán (entre la costa sur de España y el norte de África) recibe el impacto de los cultivos bajo plástico en la costa de Almería. Los investigadores dirigidos por Eljarrat han encontrado los mismos contaminantes en delfines de la costa catalana y del océano Índico. Es, por tanto, un problema mundial.
La industria del plástico recurrió al tributilfosfato y al triisopropilfenilfosfato después de la prohibición en 2009 de los polibromodifenil éteres (PBDE), tras probarse su enorme persistencia ambiental (no se degradan) y su capacidad para acumularse en los tejidos de los seres vivos. Ahora se ha comprobado que sus sustitutos se comportan de manera similar. Existen estudios que los asocian con daños neurológicos, disrupción endocrina, problemas de fertilidad y probablemente cáncer.
Fuente: .Cuerpo Mente
Etiquetas: Claudina Navarro