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Crimen medioambiental

“Crimen medioambiental”: senadora Goic interpela a Conaf por plantación de pinos a la entrada de dos parques nacionales en Magallanes

La parlamentaria DC subió a redes sociales un video donde muestra el territorio con coníferos a la entrada de los parques Agostini y Yandegaia. Sin embargo, el predio pertenece a privados de modo que no hay control sobre lo que plante el dueño. Frente a esta situación, la senadora pidió explicaciones a Conaf y anunció el impulso de una mesa de trabajo para proteger la biodiversidad y los bosques nativos a lo largo del país.

La senadora DC Carolina Goic denunció la plantación de pinos en las entradas de los parques nacionales Agostini y Yandegaia en la Región de Magallanes, una especie exótica y altamente invasiva que puede afectar el desarrollo de la biodiversidad normal en el ecosistema de Tierra del Fuego.

“Tenemos plantaciones de pinos que sabemos que acá en las entradas de parques nacionales lo que pueden significar en términos ambientales y afectar un ecosistema que único y que tenemos que cuidar”, denunció la parlamentaria demócrata cristiana.

El territorio cubre alrededor de dos hectáreas en el sector del lago Fagnano y corresponde a una plantación forestal que surgió como una propuesta planteada en el año 2018 por el Cuerpo Militar del Trabajo (CMT) con Arnaldo Alarcón Fabres, propietario del predio Lote 14. Sin embargo, como el predio pertenece a privados, no hay reglamentación que limite lo que puede plantar.

Frente a la denuncia de Goic, en la Corporación Nacional Forestal (Conaf) responden que se sugirió que se utilizaran especies nativas dado el contexto paisajístico y la ubicación del predio.

“Sin embargo, esta propuesta inicial no fue aceptada por el propietario del predio, ante lo cual Conaf propuso posteriormente al CMT realizar una plantación tipo ‘Plantaciones de Carbono Forestal’ a través del programa Germoplasma, estableciéndose un convenio de colaboración entre Conaf y el propietario”, describe el comunicado.

“Esta plantación de coníferas fue realizada por Conaf a través del Programa ‘Germoplasma de interés forestal’, proyecto financiado por el gobierno regional y cuyo objetivo es atender a propietarios regionales de predios en la creación de plantaciones forestales multipropósito”, afirma el comunicado.


Alta capacidad destructiva

La preocupación de la senadora tiene sustento, y así lo refrenda el científico y ambientalista costarricense Edward Müller advirtió sobre la peligrosidad de plantar pino en una zona donde no es una especie nativa.

“El pino además de ser una especie exótica y altamente invasiva es un desierto verde, es decir no permite el desarrollo de la biodiversidad normal y además es altamente perjudicial a otras plantas porque genera condiciones químicas en los suelos que evita el crecimiento de otras plantas y limita que crezcan otras especies en mucho tiempo”, aseguró el especialista a El Mostrador.

Agregó que “el pino o el eucalipto son especies que a la entrada de un parque nacional potencia la capacidad destructiva que tiene. Un parque nacional es una delimitación pero en realidad necesita cierto amortiguamiento”.


Mesa de trabajo

Frente a esta situación, la senadora Goic anunció que impulsará una mesa de trabajo que esté compuesta por el gobierno regional, Conaf, privados y organizaciones ambientales para así crear una reglamentación que proteja las áreas aledañas a los parques nacionales a lo largo del país.

“Queremos que haya una definición respecto de lo que la Conaf hace en protección de los bosques nativos y también en reforestación, en cuidado de ellos pero que sea con especies nativas”, declaró Goic.

Fuente: El Mostrador

El pino que amenaza nuestras araucarias

Plantaciones forestales, un arbusto introducido que adorna un centro de esquí o una semilla incrustada en una zapatilla de trekking no son inofensivos. Gracias al cambio climático pueden causar estragos. Así lo revela una investigación que da cuenta del peligroso avance de especies externas en zonas de altura de las regiones del Biobío, de la Araucanía y Metropolitana.

Diversas especies de pinos que han formado la base de la industria forestal comercial en muchos países de Sudamérica han terminado convertidas en enemigos de los ecosistemas naturales en que fueron insertadas.

Chile no escapa al fenómeno: por ejemplo el Pino contorta está invadiendo las zona cordillerana de las regiones del Biobío y Araucanía donde crece una de las especies autóctonas más preciadas: la araucaria. Esto ocurre nada menos que en una reserva nacional: Malalcahuello. Allí no sólo crece y avanza rápido -“robándole” terreno al árbol nacional- sino que se adapta con facilidad a un ecosistema de altitud que hasta entonces se creía protegido de la colonización de las especies invasoras por su aislamiento y condiciones climáticas más adversas. Grueso error.

Un estudio multinacional ha logrado detectar más de 1.000 especies no nativas en ambientes de alta montaña alrededor del mundo (130 de ellas en Chile) gracias al “gentil auspicio” del cambio climático, el turismo y la urbanización. Y aunque una planta exótica o introducida no es sinónimo de invasora (de hecho, varias nunca logran adaptarse), sin un catálogo ni monitoreo constante nadie sabe cuán bien les irá en desplazar -con el tiempo- a las especies nativas. Un riesgo no sólo para las economías nacionales (por su impacto en la agricultura) sino para la biodiversidad planetaria. “Arriesgamos una homogenización de la biota. Algo así como meter a las diversas especies vegetales que hay en el mundo en una licuadora y tener el mismo set a donde vayamos. No queremos eso”, dice Aníbal Pauchard, investigador de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción y del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).

Cambio climático y resort

Pauchard, que lideró la investigación junto a 16 científicos de todo el mundo, dice que distintos factores explican el fenómeno: la preadaptación de las invasoras a condiciones ambientales de alta montaña, disturbios provocados por el hombre y de forma natural, la baja resistencia de las especies nativas a estas invasiones y la gran cantidad de semillas disponibles. En la primera, el calentamiento global ha jugado un rol preponderante. “Ha permitido que especies que antes no podían poblar esos lugares, con estas nuevas condiciones, sí lo puedan hacer”.

Pero no es el único responsable. Los centros de esquí, los circuitos de turismo de alta montaña, e incluso la expansión de la ganadería y agricultura, han aumentado las posibilidades de que estas invasiones se hagan frecuentes.

Pauchard explica que en el caso de los resorts y centros de esquí construidos a gran altitud y en áreas muy prístinas se están repartiendo semillas de especies exóticas que son llevadas a estos lugares para hermosearlos, sin medir las consecuencias”. Eso estaría pasando en sectores de El Colorado en la zona central (a 3.000 msnm), como en La Parva, donde también ha influido la urbanización y la apertura de caminos, según lo ha podido constatar Lohengrin Alexis Cavieare, del Departamento de Botánica de la Universidad de Concepción e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, encargado de estudiar la zona de Farellones.

Allí, el avance del diente de león es compleja. Más al sur, arbustos como la retamilla (muy combustible y un riesgo en caso de incendio), el aromo y el espinillo (Parque Nacional Villarrica) están afectando los ecosistemas. Allí, estas especies ganan terreno a paso agigantado y en muchos casos la flora nativa casi no puede regenerarse bajo ellas. “Estas especies están alterando ambientes muy frágiles y de alto valor de conservación”.

Acción pública y privada

La coordinación de las entidades públicas y privadas es importantísima para evitar la entrada de nuevas especies y controlar y erradicar las existentes, dice Pauchard, quien sostiene que aquellas personas que van a los centros de esquí o realizan actividad de alta montaña tienen también una responsabilidad: una semilla oculta en el zapato o ropa puede desatar con los años una problema ecológico que afecta a todo un ecosistema.

Lo bueno es que se puede combatir a las especies invasoras con un manejo integrado, control biológico (insectos que las consuman), corta e incluso herbicidas, tomando las precauciones necesarias. Pero a veces puede ser demasiado tarde. Por ello, los científicos piden a los gobiernos preocuparse del tema, en especial cuando se trata de parques nacionales y área protegidas.

En Chile, la Comisión Nacional de Medio Ambiente, el Servicio Agrícola Ganadero y la Conaf llevan a cabo una política nacional contra las especies invasoras, pero claramente faltan esfuerzos, recursos para estudios y monitoreo constante para contener uno de los problemas globales que más especies ha extinguido o amenazado gravemente en los últimos años en el mundo. La idea es que Chile no lidere ese ranking.