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Ramón Navarro: “El mar en Chile es un basurero o una fuente de provecho económico”

Micro_Plastico-2El máximo exponente del surf nacional y protagonista del documental El hijo del pescador convirtió un pasatiempo en su profesión. Hoy es, además, un activista de la conservación y el medioambiente que pide respeto por el océano. Sus más recientes peleas son contra el plástico en las playas y por la conservación del mirador de Punta de Lobos, en Pichilemu.

Son las 10 de la mañana del sábado. Unos 25 surfistas aficionados llegan al mirador de Punta de Lobos, en Pichilemu, para participar en una actividad de limpieza del lugar, que tiene la mejor vista de los alrededores y al que mucha gente va para tomarse fotos y ver a los surfistas en acción. Con una caja de cartón bajo el brazo y guantes de plástico por si encuentran alguna sorpresa desagradable, los voluntarios se dispersan entre los turistas por los caminos y las rocas recogiendo colillas de cigarros, botellas y mucho desperdicio de plástico, como bolsas y envoltorios de dulces. El primero que desaparece por los acantilados es Ramón Navarro.

El plástico que llega al mar es uno de los temas que le quitan el sueño al máximo exponente del surf nacional, de 38 años. Anualmente, ocho millones de toneladas de este material llegan al océano afectando a las especies de los ecosistemas marinos. “Cuando salgo del agua veo que está lleno de plástico, camino por el borde costero y es un vertedero, y los principales responsables son las personas”, dice Navarro, para quien el problema es reflejo de la falta de cultura: “La gente tiene que entender que si dejas plástico en la playa se lo puede comer un pez o una tortuga, que lo confunden con medusas, y al final ese ciclo termina en uno mismo”, asegura.

Este tipo de contaminación no sólo afecta a las especies más chicas. Recuerda una vez que los pescadores le avisaron que cerca de su bote había una ballena enredada en mallas de pesca. Trataron de ayudarla pero temían que el cetáceo les diera vuelta el bote. Navarro partió con un cuchillo en la mano. Como sabe bucear desde niño y lo hizo varias veces al lado de ballenas, no tuvouna pizca de miedo. Cuando estaba a metros de la soga sacó el cuchillo para cortarla, pero la ballena dio un coletazo y se hundió. Descolocado por esa reacción, lo intentó otra vez, pero el animal no se dejó ayudar. Frustrado, desistió. Cuando llegó a su casa buscó videos de rescate de ballenas en la misma situación. “Tienes que tener un palo largo con un cuchillo en la punta, y cuando cortas dos sogas ella entiende que la quieres ayudar”, dice como un niño emocionado por aprender algo nuevo. Esa vez, su aventura contra el plástico no tuvo el éxito que esperaba, pero la vida da revanchas.

En octubre pasado, el ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, lo llamó para contarle que la ceremonia en que la Presidenta Bachelet firmaría el proyecto de ley que prohíbe las bolsas plásticas en las 102 comunas costeras sería en el mirador de Punta de Lobos como una forma de reconocer el trabajo que él ha liderado ahí. “Quedé para adentro”, dice. “Que eligieran Punta de Lobos sin haber hecho ningún lobby es un orgullo gigante y habla muy bien de lo que estamos haciendo”. Esa día, Navarro dio un discurso y fue el anfitrión.

“Fue un sueño hecho realidad por lo que significa Punta de Lobos para mí. Aparte del surf, de las olas y del lugar mismo, acá están mis raíces”. Su papá y su abuelo se instalaron como pescadores en ese lugar en los años 60 y mucho antes que eso, la familia de su mamá ya trabajaba en el convento de monjes que se construyó en ese lugar por 1920. “Los primeros recuerdos que tengo son de Punta de Lobos”, dice, y por eso está empeñado en protegerlo.

En esa tarea ha trabajado en los últimos años y en noviembre pasado, la Fundación Punta de Lobos, de la cual es uno de los directores, celebró la compra a privados de más de dos hectáreas en el mirador para evitar que se instalen proyectos inmobiliarios y preservar el borde costero del acantilado. Navarro asegura que la construcción de seis cabañas con estacionamientos subterráneos en ese lugar era inminente. Después de buscar apoyo por todos lados sin tener respuesta, un ministro le dio un consejo: “No hay una figura legal que te sirva porque es privado. Si quieres protegerlo, cómpralo”.

Él mismo contactó a Yvon Chouinard, el empresario ambientalista dueño de la marca Patagonia –de la cual se convirtió en embajador tiempo después-, para pedirle que se involucrara. El documental El hijo del pescador, que relata su vida, fue parte de la estrategia para dar a conocer el problema y recaudar fondos. Patagonia aportó casi la mitad de los 600 millones de pesos que costó el terreno y el resto de los fondos vinieron de donaciones. Entre los invitados a esa ceremonia estuvo el cantautor y surfista hawaiano Jack Johnson, a quien conoció surfeando y hoy es su amigo.

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Fuente: La tercera
Autor: José Miguel Jaque